Pacto de
«Punto Fijo» 1958. Texto disponible en http://www.analitica.com/bitblioteca/venezuela/punto_fijo.asp
Fecha de consulta: 28 de febrero 2001
Los
partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana
Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos
que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del
país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la
consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de
unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:
1a
Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas
que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen
democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia,
mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la
consolidación de la unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuicio
de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno, conforme
se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada
el 25 de enero de 1958 por los partidos políticos que la integraban
inicialmente. El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales
divergencias entre los partidos, tan distintas de unanimismo impuesto por el
despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que
nunca es menester ampliar y garantizar. El análisis cabal de los antecedentes,
de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento
democrático, la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente
representados por los partidos a nombre de los centenares de miles de sus
militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores
independientes que constituyen factor importante de la vida nacional; el
respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como
elemento institucional del Estado sometido al control de las autoridades
constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las
fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr la organización de la Nación
venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas
propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los
partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación
común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, si bien
han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calificados
valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido
a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país.
2a
Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las
organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos
polos podemos definir así: a) seguridad de que el proceso electoral y los
Poderes Públicos que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de
la libertad efectiva del sufragio; y b) garantía de que el proceso electoral no
solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que lo fortalezca mediante
la prolongación de la tregua política, la despersonalización del debate, la
erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que
faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que
ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana
interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.
3a
Establecidos esos principios de carácter general, COPEI, AD y URD comprometen
su acción y responsabilidad en los términos siguientes:
4a
El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las
fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería
la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de
planchas únicas para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a
base de un solo programa integral de Gobierno.
En
la práctica se ha evidenciado que diversos factores reales contradicen esa
perspectiva histórica, mas, afortunadamente, hay otros medios idóneos de
preservar la Unidad Nacional. Por consiguiente, lejos de considerar
comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones
interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad
democrática, las organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas
opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados,
de la prensa y de otros factores nacionales define:
5a
Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas
legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de
celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la
democracia, se proclama:
Consideran
las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a
los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para
el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La
cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de
la prensa y de personalidades independientes, con los fines así precisados,
consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una
constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el
equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional
que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este
acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras
organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni
condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y
quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a
todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus
concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del
proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la
práctica ordenada y pacífica de la democracia.
Caracas,
31 de octubre de 1958
Por Unión Republicana Democrática,
Jóvito Villalba.
Ignacio Luis Arcaya.
Manuel López Rivas.
Por el Partido Social Cristiano Copei,
Rafael Caldera.
Pedro del Corral.
Lorenzo Fernández.
Por Acción Democrática,
Rómulo Betancourt.
Raúl Leoni.
Gonzalo Barrios.
Venezuela Analítica, Lunes, 29 de enero de 2001
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2966108.asp
Fecha de consulta: 4 de febrero 2001
Política - Opinión y
análisis La
segunda fecha puede ser 1830, cuando, tras una cantidad de encuentros y
desencuentros se disuelve Colombia, aparece Venezuela y muere Bolívar. El año de 1858 es, igualmente, clave en
nuestro desarrollo, se vuelve a encender la mecha social de nuestras guerras
civiles luego del Monagato. Luego de un fraude electoral, 1898
representa el derrumbe definitivo del Gran Partido Liberal Amarillo y de toda
la generación que creció bajo su sombra. Cuatro
décadas después la lucha urbana y popular definiría, en 1936 (otro de los
años claves), la agenda popular, ideológica y partidista de la Venezuela
Contemporánea. De idéntica manera el año de 1945 es definitivo en nuestro devenir, como ya
hemos intentado presentar en un artículo anterior, una sucesión presidencial frustrada y un
afán de reformas profundas sumado a una buena cucharada de ambiciones
llevarán, por medio de un Golpe de Estado, a unos jóvenes "no
invitados" a la mesa del poder. Pero
hay un año que es particularmente clave para entender la contemporaneidad
criolla venezolana, 1958 se inicia con un intento de golpe de Estado contra
el régimen de Marcos Pérez Jiménez y termina con la elección de Rómulo Betancourt como Presidente de la República. La
complejidad y juego de poderes y tendencias que durante ese año se ponen en
juego y su resolución determinará el destino de la democracia representativa
durante los próximos cuarenta años. Por un
lado, el derrumbe de Marcos Pérez Jiménez, al contrario de lo que
generalmente se piensa, no derivó inmediatamente en un régimen civil
democrático y en un repliegue de las Fuerzas Armadas de la política. Por el
otro, no todas las tendencias que derriban a Pérez Jiménez querían instaurar
un régimen representativo democrático. El
conflicto esencial que determina las alianzas y las tensiones del año 1958 se
generó entre los militares y los civiles. Aquellos que finalmente derriban a
Pérez Jiménez son militares, algunos de los cuales seguían prefiriendo un
gobierno de las Fuerzas Armadas al “desorden” democrático del trienio
1945-1948. El
regreso de los distintos líderes de los Partidos Políticos, Rafael Caldera (COPEI), Jóvito Villalba (URD), Rómulo
Betancourt (AD), Gustavo Machado (PCV) los coloca en una situación distinta a la
que se habían enfrentado la década anterior. De idéntica manera, los jóvenes
que coordinaron la Resistencia contra la dictadura perezjimenista, pronto
tendrían su conflicto con la Vieja Guardia. Pero los conflictos
generacionales tendrían que esperar; la resolución de una tensión más
peligrosa y más urgente tenía que ser certera y medida; el tránsito a la
democracia no estaba asegurado. El año
de 1958 se caracterizó por diversos intentos de Golpes de Estado contra la
Junta de Gobierno, una gran cantidad de tensiones llevaron a cambiar la
primera Junta a pocas horas de su instalación. La incorporación de dos
elementos demasiado cercanos a Pérez Jiménez, calificados de esbirros, fue
rechazada por la Junta Patriótica y por aquellos que acompañaban a Hugo
Trejo. Los dos personajes fueron excluidos de la Junta y se incorpora a
Eugenio Mendoza, empresario, en la misma. El Ministro de la Defensa, Jesús
María Castro León se alza en el Cuartel San Carlos, el pueblo en la calle,
manifestaciones a favor de la democracia, evita que se consuma el retroceso.
Diversos Golpes de Estado llevan a dudar de la estabilidad del Gobierno, los
líderes políticos intentan moderar y calmar los ánimos de la población.
Ciertos miembros de las elites militares pretenden pescar en río revuelto y alzarse con el poder. Hugo Trejo,
prácticamente, es expulsado del país. Los
peligros concretos y permanentes de una regresión militar llevan a la
formación de un Frente civil para encauzar el camino a la normalización
democrática. Las elecciones son programadas para diciembre, pero no muchos
apostaban por su realización en condiciones normales. Una nueva insurrección
frustrada de Moncada Vidal enciende las alarmas de los dirigentes políticos
civiles. Es en
este contexto que se firma el Pacto de Punto
Fijo. El nombre de los
firmantes es importante para entender el proceso que los transformó: por Acción Democrática firmaron Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y
Gonzalo Barrios. Por Unión Republicana Democrática: Jóvito Villalba, Ignacio
Luis Arcaya, y Manuel López Rivas. Por el Partido Social Cristiano COPEI,
Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández. Rómulo
había cambiado mucho desde que, entre 1945 y 1948, había dirigido la Junta
Revolucionaria de Gobierno, ya no era más ese joven político radical de
izquierda que hizo temblar a las elites conservadoras del país. Betancourt
vuelve moderado, sus palabras son reveladoras: "nunca más el canibalismo
político en este país". El principal líder de Acción Democrática no
quería cometer los errores que habían acabado con la Revolución de Octubre. Durante todo el año de 1958 Rómulo buscó
limar asperezas con los dos grupos que más fuertemente lo adversaban: los
empresarios y los militares. Se dedicó además a consolidar su poder dentro de
un partido que se le había ido de las manos, los jóvenes de Acción
Democrática, demasiado cercanos a los comunistas para el gusto de Betancourt,
fueron aislados dentro de la organización. Rómulo era uno de los primeros
interesados en estabilizar el régimen democrático. Betancourt dialogaba.
Betancourt ya no era el mismo. La
oposición más reaccionaria que tuvieron los adecos durante el trienio
octubrista estaba liderada por Rafael Caldera y por COPEI. Caldera mezclaba
dentro de su organización los elementos más conservadores de la sociedad
venezolana: lopecistas, antiguos seguidores de la Falange de Primo de Rivera,
y lo más rancio del clero. COPEI durante el trienio era el partido
conservador por excelencia. Llevaron a cabo una campaña implacable contra el
régimen adeco colaborando sustancialmente con el clima de inestabilidad
política que llevó al 24 de noviembre de 1948. Una década después Caldera
había cambiado. La experiencia de la dictadura militar, de las elecciones de
1952, del Plebiscito de 1957, del exilio, eran demasiado fuertes. Caldera
estaba moderado, dialogaba. Caldera ya no era el mismo. Los
medinistas encontraron en URD y en Jóvito Villalba el refugio para
desarrollar su particular manera de entender la democracia. Villalba fue un
enemigo acérrimo del régimen octubrista. Su posición colaboró igualmente al
canibalismo político de la época. Jóvito era observado como uno de los más
importantes políticos durante la década precedente: en 1952 el triunfo de URD
le fue arrebatado por una dura maniobra del régimen. En 1958 Jóvito Villalba
se sentó a hablar con Caldera y con Betancourt en Nueva York sobre los rumbos
que debía seguir la política venezolana. Villalba ya no era el mismo. Por
medio del Pacto los líderes de los partidos políticos se comprometían a:
Hubo un
gran ausente dentro del Pacto de Punto Fijo. El Partido Comunista de
Venezuela fue
excluido del acuerdo por diversas razones: la dinámica de la Guerra Fría, el
rechazo por parte de la Iglesia y de COPEI, y una especial animadversión de
Betancourt contra el Partido Comunista de Venezuela. El
Pacto de Punto Fijo se rompió en abril 1960 cuando las distintas posiciones
de los partidos frente al problema cubano llevaron a la salida de Ignacio
Arcaya del gabinete y de URD de la coalición de Gobierno. Pero la cultura de
diálogo político entre las elites de los partidos principales y de consenso
se mantuvo hasta 1999. En 1958
el pueblo estaba en la calle apoyando a sus líderes políticos. La democracia
naciente daba sus primeros e inseguros pasos. En esa medida el Pacto de Punto
Fijo fue positivo, necesario y hasta imprescindible para estabilizar un joven
esquema democrático. La cultura del diálogo y del consenso que privó para la
redacción y firma del tratado determinó un estilo particular que tendrían las
relaciones en el seno de las elites políticas venezolanas. Salvo la exclusión
de los comunistas y, posteriormente, de los distintos grupos guerrilleros (durante
la primera década del régimen democrático), la cultura del diálogo y el
consenso privó por encima del conflicto y de la intolerancia (que existieron)
durante las cuatro décadas de régimen puntofijista. |
http://politica.eluniversal.com/sic/170700b.html
Fecha
de consulta: 4 de febrero 2001
Michael
Penfold
Politólogo. Profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración
(IESA)
Introducción
En Venezuela, el sistema de partidos que fue
caracterizado por mucho tiempo como un sistema populista de conciliación de
élites, basado en el espíritu del Pacto de Punto Fijo, ha colapsado
definitivamente para abrirle paso a un nuevo esquema cuyas características aún
desconocemos. Para explicar este colapso, un gran cúmulo de trabajos ha
enfatizado la importancia de factores organizativos, en particular, las
características de la estructura interna de partidos políticos como Acción
Democrática (AD) y COPEI, que eran extremadamente jerárquicos y poco
democráticos, y su efecto sobre las preferencias del electorado. Según este
argumento, el exhaustivo control que los líderes partidistas ejercieron sobre
sus miembros, acompañado de los efectos sociales de un bajo desempeño
económico, hizo que los votantes comenzaran a percibir a los políticos como
actores que no respondían a sus demandas, produciendo un gran descontento
electoral que se transformó en un proceso de 'desalineación' (dealignment)
electoral que permitió abrirle espacios a nuevos liderazgos políticos que
lograron desplazar gradualmente a los liderazgos tradicionales. Argumentos
similares han intentado enfatizar como el colapso del sistema de partidos se
puede entender en función de la caída de los niveles de legitimidad del sistema
político en general.
En este ensayo, se pretende criticar y complementar
este tipo de explicación sin necesariamente recaer en argumentos vinculados a
la caída de la legitimidad del sistema, y recurrir en cambio a otros dos
factores que también permiten entender el colapso del sistema de partidos: el
efecto de la caída del ingreso fiscal petrolero, que exacerbó muchas de las
contradicciones iniciales del sistema democrático, y el incremento de la
competencia electoral como producto de cambios en el sistema electoral y el
inicio de la elección directa de alcaldes y gobernadores. La caída del ingreso
fiscal petrolero erosionó el mecanismo utilitario sobre el cual se sostenían los
arreglos institucionales del sistema democrático venezolano. Por otro lado, el
incremento de la competencia electoral, como producto del inicio de las
elecciones directas de gobernadores y alcaldes, y una serie de reformas del
sistema electoral destinadas a aumentar la personalización del voto, dejaron en
evidencia las contradicciones organizativas de los partidos políticos
tradicionales. Estos partidos encontraron cada vez más difícil competir con
estructuras altamente centralizadas en un país que comenzaba a tener elecciones
en más de veinte estados y trescientos municipios.
I. Pactos,
partidos y petróleo
El sistema de partidos venezolano, desde el inicio de
la transición democrática en 1958 hasta finales de los ochenta, ha sido
definido como un arreglo institucional fundamentado en un sistema populista de
conciliación de élites. Este sistema giró en torno al espíritu del Pacto de
Punto Fijo, en cuyo esquema los conflictos políticos debían ser resueltos
consensualmente; estos acuerdos eran facilitados gracias a la abundancia de
recursos provenientes de los ingresos fiscales petroleros y la adopción de
arreglos institucionales que no eran puramente mayoritarios. Los tres aspectos
más importantes de este arreglo político, que permitieron la consolidación de
la democracia venezolana fueron: i) La selección de reglas de decisión que no
fueran mayoritarias y la voluntad de incluir aquellos actores políticos que
aceptaran obedecer las reglas diseñadas para regular la competencia electoral a
cambio de beneficios económicos y políticos ; ii) El supuesto según el cual los
conflictos podían, en última instancia, ser resueltos gracias a la existencia
de mecanismos distributivos como el acceso a la renta petrolera y puestos de
elección pública; y iii) La exclusión de ciertos actores y temas de la
competencia electoral bajo el argumento que era necesario estabilizar la
democracia a través de mecanismos no democráticos. El Pacto de Punto Fijo, de
una forma no intencionada, fijó las raíces de una democracia que en el largo
plazo estuvo caracterizada por la exclusión y la falta de amplitud.
La relación entre el Pacto de Punto Fijo, el petróleo
y su efecto sobre el sistema de partidos, ha sido un tema ampliamente discutido
por diversos autores. Terry Karl ha argumentado que el petróleo es la piedra de
toque para poder explicar la caída de los sistema autoritarios en Venezuela
durante el siglo XX, el surgimiento de las condiciones sociales para establecer
un sistema de partidos bien cohesionado y el mantenimiento del pacto institucional
que permitió fraguar exitosamente la transición democrática de 1958. Este tipo
de argumento estructuralista, que reduce la importancia de la agencia
individual y las instituciones, puede resumirse en una idea: sin petróleo no
hubiese habido democracia.
Otros trabajos han enfatizado la importancia del
petróleo, pero sin perder de vista los aspectos institucionales del proceso de
democratización en Venezuela. Diego Bautista Urbaneja, esgrime que los partidos
políticos, fundamentalmente Acción Democrática (AD), utilizaron el petróleo
para construir la noción de 'pueblo' a través de su incorporación a las
organizaciones políticas que permitieron eventualmente establecer un régimen
democrático diseñado para permitir que a través del Estado el 'pueblo'
accediera a los beneficios sociales y económicos derivados de la renta
petrolera. Por otro lado, Juan Carlos Rey ha visto en el petróleo un mecanismo
instrumental, más no estructural, para explicar el mantenimiento del sistema
democrático y el sistema de partidos en Venezuela.
Aceptando el argumento que esgrime que los ingresos
fiscales petroleros son tan sólo un mecanismo utilitario para permitir que la
democracia perdure, ¿qué tipo de pacto, comparado con otros arreglos adoptados
en otras partes del mundo, era el Pacto de Punto Fijo? ¿Qué tipo de estructura
de conflicto estaba destinado a resolver para inducir comportamientos
cooperativos para sostener la democracia? Adam Prezworski ha identificado tres
tipos de pactos políticos: i) Pactos en los cuales la estructura de
preferencias de los distintos actores hace que opten unilateralmente por una
estrategia que sea óptima tanto desde el punto de vista individual como
colectivo, en cuyo caso, los pactos no son realmente necesarios; ii) Pactos
destinados a resolver problemas de coordinación entre los diferentes actores; y
iii) Pactos cuyo objetivo es resolver aquella situación bajo la cual los
distintos actores seleccionan estrategias que son racionales desde el punto de
vista individual, pero que no producen resultados óptimos desde el punto de
vista colectivo. En todos estos pactos, incluso, suponiendo que su existencia
no sea necesaria, la democracia logra estar en equilibrio únicamente cuando
todos los actores políticos, tanto ganadores como perdedores, aceptan las
reglas que regulan la competencia electoral independientemente de las
estrategias adoptadas por sus contrincantes.
Uno de los aspectos fundamentales del Pacto de Punto
Fijo es que preveía la repartición de puestos entre los distintos partidos, tanto
dentro del poder ejecutivo como legislativo, independientemente de los
resultados electorales. El mejor ejemplo de esta regla, y la que se mantuvo
durante 40 años, era aquella según la cual, aún teniendo la mayoría electoral
en el Congreso, la presidencia del poder legislativo debía ser adjudicado al
ganador y la vice-presidencia siempre debía ser otorgada al partido que llegara
de segundo. La otra regla era la protección de arreglos proporcionales a la
hora de adjudicar puestos públicos.
Sin embargo, el mecanismo más poderoso para el
mantenimiento del pacto, y la dinámica que inducía sobre el sistema de
partidos, era la utilización de los ingresos fiscales petroleros como un
instrumento para modificar los beneficios obtenidos por los actores. Sin la renta
petrolera, Venezuela hubiese tenido que optar por arreglos institucionales aún
más consensuales para poder consolidar su sistema democrático o ampliar los
mecanismos electorales para profundizar su sistema democrático hacia los
estados y municipios.
No puede extrañarnos, que con la caída de los ingresos
fiscales petroleros, que comienza a observarse durante la década de los
ochenta, y que se acentúa durante los noventa, se haya producido la necesidad
de buscar alternativas para 'desmontar' el Pacto de Punto Fijo y su sistema de
partidos. Es precisamente durante esta época, la famosa década perdida de los
ochenta, cuando las distintas críticas a los partidos políticos, por su propia
estructura clientelar y poco democrática, comienzan a escucharse públicamente
por parte de nuevos actores que criticaron abiertamente las ineficiencias del
sistema. Se observa el surgimiento de peticiones para pedir una mayor
democratización de los partidos políticos, se exige el inicio de la elección
directa de alcaldes y gobernadores y se argumenta la necesidad de modificar el
sistema electoral para incentivar la personalización del voto. Algunos autores
han visto este momento histórico, como una época en la cual emergen nuevos
actores en la escena política: es el famoso período renacentista de la
'sociedad civil' venezolana. Es el período durante el cual otros actores
también comienzan a 'salirse' de las viejas estructuras políticas para buscar
'voz' en otras arenas electorales, sobre todo en la arena local y regional.
También fue el momento en el cual los partidos tradicionales intentaron fundar
nuevos pactos, todos demasiados similares al viejo fantasma puntofijista, como
para ser exitosos, pues lo cierto era que los pactos revividos alrededor de los
ingresos fiscales petroleros eran simplemente una imposibilidad económica.
Esta situación hizo que muchos actores dentro de la
sociedad venezolana buscaran construir propuestas institucionales destinadas a
reformar tanto la democracia como el Estado Venezolano. Se forma la Comisión
Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), en la que se convocó a todos
estos nuevos actores para discutir con los partidos políticos tradicionales, lo
que serían profundas reformas del sistema democrático venezolano.
II. El cambio
de las preferencias electorales 1978-1999
El cambio de las preferencias
electorales también es un elemento fundamental para explicar las
transformaciones y el colapso del sistema de partidos venezolano. Este proceso
se inició con el incremento de la abstención electoral que empezó a reflejarse,
a partir de 1978, de una forma muy gradual, como un proceso de desalineación
electoral que alcanzó su mayor nivel en las elecciones de 1993. Se comenzó a
observar como los niveles de identificación partidista de AD y COPEI disminuyó
y como un mayor número de votantes comenzaba a percibirse a sí mismo como
independientes. Sin embargo, entre 1978 y 1988, este proceso de 'dealignment'
electoral no se transformó en un proceso de 'realignment'. Los votantes, a
pesar de estar retirando su apoyo explícito a los partidos políticos
tradicionales, no lo estaban depositando en otra dirección. De hecho, durante
este período, AD y COPEI mantuvieron entre 70 y 80% del total de votos para el
Congreso
A partir de las elecciones de 1993, después de las dos
intentonas golpistas de 1992, se inició un proceso de 'realignment' electoral
-caracterizado por su volatilidad y por lo tanto inestable- de un mayor número
de personas colocando sus votos fuera de los partidos políticos tradicionales.
En las elecciones presidenciales de 1993, obtiene el triunfo Rafael Caldera,
fundador de COPEI, pero sin el apoyo de su partido. En 1998, el triunfo lo
obtiene Hugo Chávez Frías, quién había liderado el intento de golpe de estado
de 1992, produciendo una ruptura, no sólo electoral, sino también institucional
al convocar una Asamblea Constituyente en 1999. En las elecciones de 1993, AD y
COPEI pasaron a recibir tan sólo el 43,45% de los votos para el Congreso,
mientras que en 1998 estos dos partidos obtuvieron el 30,41% de los votos.
Finalmente, en las elecciones para la Asamblea Constituyente, los candidatos de
AD y COPEI tan sólo recibieron 7,89% de los votos.
Dos características fundamentales signaron este
proceso de 'realignment'. La primera fue la personalización política. Venezuela
comenzó a observar el surgimiento de movimientos anclados sobre liderazgos
individuales, cuando hasta hacía poco la condición determinante de ese
liderazgo era su carácter organizacional. Los liderazgos dentro de la historia
democrática Venezolana habían emergido dentro de los partidos y no fuera de
ellos. La segunda gran transformación fue la fragmentación de su sistema de
partidos. Venezuela pasó de tener un sistema bipartidista casi puro, entre 1974
y 1994, a un sistema multipartidista altamente fragmentado e inestable. Para el
año 1993, Venezuela pasó a tener más de cinco partidos efectivos dentro del
Congreso. De hecho, para las elecciones de 1998, Venezuela era uno de los
sistemas presidencialistas, junto a Brasil y Ecuador, con mayor fragmentación
de su sistema de partidos en América Latina. Esta evidencia muestra que el
sistema de partidos se estuvo movilizando durante la década de los noventa
hacia una mayor fragmentación producto de un proceso de 'realignment' electoral
caracterizado por su alta volatilidad.
III.
Descentralizacion y sistema electoral
El inicio en 1989 del proceso de descentralización
política y la reforma del sistema proporcional con listas cerradas para la
elección de la Cámara de Diputados, constituye un factor, de carácter
institucional, que contribuye a explicar las transformaciones y el eventual
colapso del sistema de partidos en Venezuela. No sería exagerado afirmar, que
la descentralización estuvo diseñada no sólo para profundizar el proceso de
democratización, sino también para reducir, de manera indirecta, el poder de
los actores políticos a nivel central, incluyendo el control de los líderes
partidistas nacionales sobre las carreras profesionales de los miembros de los
partidos políticos tradicionales como AD y COPEI. Por otro lado, la adopción de
sistemas electorales mixtos, que incluían la posibilidad de elegir
representantes en el Congreso a través de distritos electorales nominales,
también contribuyó a disminuir el poder que tenían los líderes partidistas.
La descentralización fue vista, a través de las
discusiones que se generaron en el seno de la COPRE, como un mecanismo eficaz
para mejorar la rendición de cuentas y como un instrumento capaz de producir
ganancias de eficiencia en la asignación del gasto público. Esta reforma
prometía acercar a los ciudadanos a sus líderes regionales y locales una vez
que los gobernadores y alcaldes comenzaran a ser electos directamente. Por otro
lado, la descentralización fiscal prometía producir ganancias de eficiencia en
la asignación del gasto público, permitiendo que la distribución de la oferta
de bienes y servicios se aproximara a las verdaderas preferencias de los
ciudadanos.
El efecto político de la descentralización sobre el
sistema de partidos se materializó a través de dos mecanismos: i) el aumento de
la competencia electoral dentro del sistema democrático y ii) la posibilidad de
reelección tanto para alcaldes como gobernadores. El primer mecanismo imponía
un verdadero reto para los partidos políticos tradicionales, que suponía
cambios organizativos importantes para poder adaptarse al proceso de
descentralización. Después de la aprobación de la ley para la elección directa
de alcaldes y gobernadores en 1989, los partidos políticos debían comenzar a
competir en tres arenas muy diferentes, cada una con su propia lógica, como lo
eran las elecciones a nivel municipal, estadal y nacional. Este incremento en
los espacios electorales tuvo como efecto generar presiones sobre las
estructuras partidistas para iniciar un proceso de cambio interno de las
organizaciones y la disminución de las barreras de entradas al sistema
democrático. Aquellos partidos políticos que perdían elecciones a nivel
nacional ahora podían tener la opción de optar por puestos públicos a nivel regional
y local.
Porcentaje de
Gobernaciones Obtenidas por Agrupación Política
La descentralización permitió que partidos emergentes
como La Causa R y Proyecto Venezuela aprovecharan estas arenas regionales y
locales para irrumpir en la escena política Venezolana. Otros partidos más
establecidos como el MAS, lograron obtener una mayor presencia a nivel regional
y local que a nivel nacional. Además, los partidos políticos tradicionales como
AD y COPEI, e incluso el MAS, se hicieron más dependientes de los sistemas de
alianzas para proteger sus liderazgos regionales.
El segundo mecanismo que tuvo un impacto sobre el
sistema de partidos fue la reelección de alcaldes y gobernadores, el cual
permitió que los gobernadores y alcaldes pudieran desvincularse con mayor
facilidad de los intereses de los líderes partidistas. La continuación de sus
carreras políticas no dependía exclusivamente del apoyo de los políticos a
nivel nacional. El sistema de incentivos políticos que estableció la
descentralización en Venezuela, hizo que los alcaldes y gobernadores tuvieran
que rendirles cuentas a sus comunidades y no a los líderes partidistas. En este
sentido, la descentralización le otorgó una mayor autonomía política a los
gobernadores y alcaldes frente a los intereses de los políticos a nivel
nacional.
Por otro lado, algunos partidos comenzaron a
establecer estrategias claramente regionales. Por ejemplo, la Causa R se
convirtió en un partido basado en el estado Bolívar. A partir de sus triunfos
en esta arena electoral, este partido aspiraba ir conquistando otros espacios
en el resto del país. Incluso, el gobernador del estado Bolívar entre
1989-1993, Andrés Velásquez, llegó a aspirar a la Presidencia de la República
en 1993, obteniendo un buen desempeño electoral. En el Estado Carabobo, el
gobernador Henrique Salas Römer, rompió con el partido COPEI, quien lo había
apoyado para las elecciones regionales de 1992, para crear un partido regional
llamado Proyecto Carabobo. Durante las elecciones de 1998, Henrique Salas Römer
cambió el nombre de su partido y lo denominó Proyecto Venezuela para poder
aspirar a la Presidencia, y tratar de derrotar a Hugo Chávez Frías.
La presencia de la reelección a nivel regional y local
tuvo otra consecuencia que comenzó a observarse incipientemente durante la
década de los noventa. Esta transformación tiene que ver con el cambio en las
carreras profesionales de los políticos venezolanos. Antes, los políticos
optaban por construir sus carreras dentro del partido y buscaban preservar sus
puestos dentro de las listas cerradas para mantener su representación dentro
del Congreso o los concejos municipales. Después del inicio de la
descentralización, varios políticos optaron por construir sus carreras desde
las localidades y regiones hasta alcanzar puestos públicos a nivel nacional.
IV.
Conclusiones
El colapso del sistema de partidos en Venezuela es el
resultado de una serie de cambios económicos y políticos que sucedieron durante
la década de los noventa. La caída de los ingresos fiscales petroleros impidió
continuar utilizando este mecanismo utilitario para inducir estrategias
cooperativas entre los distintos actores. Esta caída puso en evidencia muchas
de las contradicciones iniciales del sistema populista de conciliación de
élites sobre el cual estaba basado el sistema de partidos Venezolano.
Igualmente, el cambio de preferencias electorales es capaz de explicar el
proceso de desalineación electoral, que se manifiestó en los altos niveles de
abstención y la disminución de la identificación partidista hacia partidos como
AD y COPEI. Este proceso comienza a mostrar signos de realineación electoral,
una vez que aparecen en el escenario político alternativas a los viejos
partidos, sobre todo después de las intentonas golpistas de 1992, que prometían
romper con el pasado. Finalmente, el proceso de descentralización, a través del
aumento de la competencia electoral y el mecanismo de la reelección, minaron
las estructuras internas de partidos como AD y COPEI. Estos tres factores se
combinaron para producir el colapso del sistema de partidos en Venezuela.